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5 oct 2010

Hallowen

HISTORIA PARA EL CONCURSO DE HALLOWEN DEL BLOG-http://una-chica-una-historia.blogspot.com/

          Una bruja. Exacto, una bruja. El supuesto disfraz de princesa oscura que mi hermana se había empeñado en hacerme, hacía que pareciese una bruja.  La falda negra hasta los tobillos estaba formada por sabanas negras hechas jirones. Varias de las telas estaban salpicadas de sangre artificial que la hacían parecer suciedad. Sobre el pecho llevaba un corsé negro atado con cordones violetas cruzados entre si. El pelo alborotado iba decorado con trenzas de varios colores que acompañaban mis rizos negros hasta la cintura. Para terminar de hacerme terrorífica para aquella noche de Halloween, mi hermana Claudia había oscurecido mis ojos verdes con perfilador negro, dándome un aspecto de gato. Y allí estaba yo. Frente al espejo de mi habitación, contemplándome.
-          debía de ser un disfraz grandioso.- me quejé.
-          Y es grandioso- se defendió Claudia.
Estaba orgullosa de su trabajo y pude verlo en sus ojos. De vez en cuando sacaba la aguja y arreglaba algo de mi falda o de mi corsé.
-          serás la princesa más oscura de la noche.
-          Sabes tan bien cómo yo que parezco una bruja asquerosa.
-          Solo porque tú quieres verlo como tal.
Sobre su cama estaba extendida la que sería mi capa. Se trataba de una capa de seda negra que rozaba el suelo y cubría todo mi cuerpo. Tenía una capucha que dependiendo de cómo la colocaras podías ocultar tu rostro de todo el mundo. Claudia se acercó y la recogió para ponérmela sobre los hombros y la cerró junto a mi cuello.
-          será una noche fantástica- dijo para intentar animarme, pero no estaba de humor. Le había dicho a todas mis amigas que iría de princesa oscura y no de bruja de pueblo.
Ella recogió su manta y se tapó con ella su vestido de mimo. Era curioso como le gustaba disfrazarse de cosas extrañas. Todos los años me sorprendía con un disfraz que no iba acorde con la temática de la noche, pero que la hacía muy especial.
-          Sara, no seas así vamos.
-          De acuerdo- asentí y salí de nuestra habitación rumbo a una estupenda fiesta.


La fiesta negra. Así la recuerdo. No se como algo como aquello pudo ser una fiesta para algunos, puesto que fue la peor noche de mi vida.

Mi hermana se integró con un grupo de chicos de su clase nada más llegar. Yo busqué con la mirada alguna cara conocida. La fiesta era oscuridad. Habían decorado las paredes con telas negras y luces rojas que le daban un aspecto terrorífico. Además el local contaba con varias de las típicas calabazas por no hablar de los patéticos murciélagos de goma. En el  centro una tarima donde varios chicos y chicas vestidas todas de negro bailaban. Seguí hacía el interior hasta que me topé con Violeta. Mi amiga de toda la vida. Sus ojos azules brillaban decorados por la purpurina plateada de las pestañas, y sus mechones rubios estaban recogidos en un moño en lo alto de la cabeza. Su disfraz constaba de unos pantalones cortos negros unos calcetines hasta las rodillas negros con agujeros y un corsé negro también con agujeros.
-          ¿exactamente de que vas vestida?- le susurré al oído.
-          No lo se.- rió. Dejando al descubierto sus dientes blancos que aquella noche resaltaban en la oscuridad.- pero he de decir que tu disfraz es una pasada.
-          Gracias- dije sonrojándome.- lo ha hecho…
-          Claudia, lo sé. Ayer vino a la tienda de mi madre a comprar corchetes que le faltaban. Dejó muy claro que sería un gran disfraz.
-          Bueno yo tenía en mente otra cosa.
-          Créeme pareces una princesa oscura.
En aquel momento sus palabras sonaron en mi cabeza como algo que decía para animarme. Sin embargo en algún otro lugar de la fiesta aquellas palabras rasgaron la poca seguridad que me quedaba en la tierra.
Después de terminarme la primera copa, sentí el mareo del alcohol en mi cabeza. Todos bailábamos al son de una canción bastante pegadiza. Violeta  charlaba con un compañero de clase junto a mí y bailaba al mismo tiempo. Al otro lado de la habitación veía a mi hermana junto a dos de sus amigas. Claudia se encontraba en medio con su disfraz de mimo, y las otras dos vestidas de vampiros. Una llevaba una capa roja hasta las rodillas sobre un traje de época. La otra vestía un vestido negro hasta los tobillos y una capa negra que revoloteaba. De pronto caía en que era imposible que la capa revoloteara. Hice un gesto a Violeta y me acerqué a mi hermana. Justo cuando estaba a menos de dos metros la cola de la capa se transformó en una figura humana.
Era un cuerpo horrible. Una figura vestida de negro para la ocasión jorobada y con un brazo más largo que el otro. Claudia y sus dos amigas no debieron darse cuenta de que estaba allí puesto que siguieron como si nada. Aquel hombre- si se le podía llamar así- tenía la cara desfigurada. Los ojos dentro de las cuencas como si se le hubiesen hundido, y sangre chorreándole de varios cortes en los pómulos. Abrió la boca y pude ver más de dos filas de dientes amarillos y rotos. No se como sucedió pero en menos de un segundo estuve frente a él empujada por una fuerza extraña. Puede que todo aquello fuesen efectos de alcohol pero incluso hoy sigo viendo esas imágenes en mi mente muy reales.
-          eres muy afortunada de que te haya encontrado tan rápido- dijo aquel montón de piel y huesos. Su voz era metálica y dolorosa en los oídos.- mucha, mucha suerte.

Un escalofrío me recorrió la espalda y comencé a sudar. Mi corazón latía veloz avisándome que algo iba a suceder. Mis manos temblaban y sudaban de puro nerviosismo. Busqué a Violeta con la mirada, pero el ser me agarró de la muñeca y tiró de mí. Su piel era pegajosa como un chicle. Después de aquello tendría que lavar mi brazo. El hombre me arrastró por un pasillo hasta una puerta cerrada.
-          suélteme- le espeté.
-          Estate quietecita, por tu bien.
-          He dicho que me suelte.
En ese momento la puerta se abrió. Su chirrido me perforó los tímpanos. Al otro lado de la puerta apareció una muchacha. Llevaba un vestido de época con el corpiño ajustado. La tela negra realzaba su piel blanca haciendo que pareciese muy pálida. Eso si es un vestido de princesa oscura- pensé-. Y lo que más me llamó la atención fue que cuando le vi la cara descubrí que era idéntica a mí. Sus rizos negros se separaban en dos coletas que le llegaban más allá de la cintura. Sus ojos verdes tan parecidos a los míos tenían un aspecto terrorífico. Se acercó a mí y me agarró del corsé. Con una fuerza asombrosa me arrojó al interior de la habitación. El hombre entró y cerró la puerta a sus espaldas. Caí contra una mesa rota y una de las patas se clavó en mi espalda. El golpe me dejó sin respiración. Con las manos intenté levantarme pero mi cuerpo cedió y volví a caer. Está vez no hice movimiento alguno sino que cerré los ojos esperando volver al mundo real.
-          levanta estúpida- dijo la muchacha.
-          No… no puedo.
-          Claro que puedes eso ha sido un golpecito de nada para ti.
Antes de que pudiese volver a moverme la chica me agarró del cuello y me alzó. Mis pies tocaron el suelo pero mis piernas no se mantenían firmes. Me agarré con las uñas a sus brazos en un intento de no caer. La chica chilló de dolor y luchó por soltarme. Las dos caímos esa vez ella encima de mí.
-          estúpida, estúpida- no hacía más que maldecirme.
La sangre chorreo por su brazo allí donde mis uñas se habían clavado. De Pronto su sangre me pareció la cosa más repelente del mundo. Su falda ocultaba mis piernas. La cara que puso al verse la sangre fue de completa incredulidad y dolor.
-          es más fuerte de lo que pensábamos.- dijo al hombre que nos observaba desde la puerta.
-          ¿qué estáis diciendo?- conseguí decir.
-          Tú. Cállate.- me gritó.
-          Debemos encontrarle ya.- el hombre la miraba preocupado.
La chica se levantó y retiró su peso de mi cuerpo. Fue un alivio volver a sentir las piernas.     
-          bueno no tenemos mucho tiempo- su mirada era franca y segura- ¿dónde está?
-          ¿dónde está quién?- pregunté asombrada.
-          ¿quién va a ser? Rafael, tonta.
Todo aquello sonaba a chino, nada cuadraba en mi cabeza. Tal vez me estaba volviendo loca. O a lo mejor me había pasado con el alcohol, y ahora estaba tirada por ahí soñando tonterías. Pero el dolor de mi espalda era demasiado real.

Un golpe sordo sonó al otro lado de la puerta. Los dos miraron sorprendidos hacia ella. El hombre abrió la puerta y allí apareció Violeta.
La imagen de lo que allí se encontró debió ser de lo más pintoresca para ella. Sin embargo no se inmutó, sino que se quedó mirando a la muchacha.
-          sois… - parecía que buscaba la palabra indicada para hablar.- sois idénticas.- susurró.
-          Vaya- dijo la muchacha- Sara veo que no nos has presentado.
Dio unos cuantos pasos hasta que llegó junto a Violeta.
-          Hola- le tendió la mano- soy  Lara, la hermana gemela de Sara.
-          ¿QUÉ?- dijimos Violeta y yo a la vez.
-          Si. Veo que tu tampoco lo sabias. Te lo ocultaron muy bien.
-          Lara no tiene ni idea. Deberías explicárselo- le dijo el hombre.
-          Por supuesto. Pero primero haremos algo mejor.
Metió la mano en un bolsillo de su vestido y extrajo un puñal. La hoja brilló al reflejar sus ojos y de pronto la vi mortífera. Dirigí la vista hacia Violeta y no me gustó nada lo que vi. Aquel esperpento agarraba a Violeta por la espalda y la tenía inmovilizada. Ella forcejeaba, pero la piel adherente de aquel hombre se pegaba a cada célula de su cuerpo. Intenté apartar la mirada pero algo me obligaba a ver. Con mucho cuidado empecé a levantarme pero mi cuerpo no respondía. Luché contra el suelo para incorporarme y no había manera. Lara se acercó a Violeta y le clavó el cuchillo en el cuello.
-          muere.

Dejó de forcejear y su cuerpo se quedó flácido mientras la sangre huía de su cuerpo. Sus ojos se volvieron vidriosos y cada segundo de su vida desapareció. Las lágrimas comenzaron a nacer en mis ojos. Se había dio, mi amiga se había ido. De pronto quise que me mataran a mí también. Lo desee con todas mis fuerzas, aunque sabía que no lo harían. Me arrastré por el suelo intentando llegar donde yacía el cuerpo sin vida de mi amiga. Sentí un tacón q se me clavaba es la cadera y desee no haber ido a aquella absurda fiesta.
-          ¿adonde crees que vas?- me dijo mi hermana gemela.
-          Déjame ir.
-          No- sonó como una orden. No pude seguir arrastrándome con su peso encima, así que rodé sobre mi misma quedando libre de su pierna.
Me incorporé ignorando el dolor de mi cuerpo y corrí hasta el hombre asqueroso. Le propiné una patada en la cara que lo tumbó de inmediato. Abrí la puerta y salí al pasillo.
-          Lot- dijo Lara- que se escapa.
La música rugía y hacía vibrar todas las paredes del local. El pasillo estaba a oscuras. Aunque las costillas seguían doloridas corrí hasta llegar donde estaba todo el mundo. Los adolescentes de mi barrio bailaban disfrazados de monstruos sin saber que unos metros atrás había dos verdaderos. Me abrí paso entre la gente a empujones. Varios chicos se giraron para ver quien era.
-          Sara, espera.- alguien me agarró fuerte por la espalda.
Me giré para defenderme de mi atacante, esperando encontrarme a Lara o a Lot. Pero vi algo mucho mejor. Mi vecino había acudido, con un traje de príncipe negro. No podía ser, debía ser una broma y una de muy mal gusto. Se me partió el corazón al verlo tan hermoso. El traje le sentaba de maravilla y yo… yo debía salir corriendo de allí. Con cada segundo que pasase allí en vez de salir corriendo perdía la oportunidad de escapar.
-          Luis- dije- debo irme
-          ¿tan pronto?- preguntó.
-          Si, lo siento.
-          Vamos si te acabo de encontrar, me debes un baile.
-          No puedo ahora.
Hice ademán de soltarme, pero me agarró más fuerte. Sacudí fuertemente el brazo y estiré.
-          de acuerdo pero me voy contigo- dijo Luis al ver que no cedería.
Me tendió la mano y la aferré como si fuese lo único que me quedase en el mundo. Cubrimos el espacio hasta la puerta en menos de un minuto. Aunque sabía que era una tontería al cruzar la puerta me invadió una sensación de bienestar, como si todo lo malo de aquella noche se hubiese quedado encerrado allí.
-          Sara ¿te pasa algo?- me acarició los pómulos- tienes el maquillaje corrido.
-          Vámonos a casa.- ni siquiera pude mirarle. Las lágrimas renacían de nuevo.
-          ¿qué ha sucedido?- su mirada transmitía confianza, pero no le podía decir nada.- ¿Por qué hemos salido así?
-          Por favor vámonos -dije aún llorando.
-          Aún nos queda retomar lo del otro día- dijo sonriendo.
Sujetó mi barbilla con su mano y la alzó para que le mirase. Le sentí tan cerca, pero yo no estaba para aquello, aún así me deje llevar por el calor de su cuerpo. Nuestros labios casi se rozaban cuando…
-          hermanita, no sabía que fueses tan rápida.
El tiempo se detuvo. Mi corazón dejó de latir y el pánico me invadió al reconocer mi voz aguda en la noche. Mi hermana se encontraba allí.
Me di la vuelta para verla de frente y plantarle cara. Su sonrisa era amplia y maliciosa.
-          ¿qué pasa?- rió- me juego el cuello a que no esperabas verme tan pronto.
Luis se interpuso entre nosotras ocultándome de Lara.
-          ¿quién eres?- tartamudeó al ver su rostro- eres…ere-s igual qu-e ella.
-          Obvio, soy su hermana gemela.
-          Tú no eres mi hermana- chillé.
-          Lo soy y debes aceptarlo.
-          Mi hermana jamás mataría a mi mejor amiga.
-          No una hermana normal- se paseó alrededor nuestra- pero yo soy tu gemela oscura. He nacido para destruirte.
Con un movimiento rápido esquivé a Luis y me encontré a dos centímetros de ella. Sus ojos idénticos a los míos se veían seguros y fuertes, mientras que yo me sentía débil.
-          ¿Qué quieres decir?
-          A eso quiero llegar yo hermanita.- su brazo fue rápido, pero no lo suficiente puesto que esquivé su puño antes de que golpease mi cara.- no me puedo creer que Rafael te lo ocultara durante todo este tiempo.
-          Si al menos supiese quien es.
-          Lo sabes. Debo encontrarle y tú me llevaras a él.
-          Y ¿por qué debería hacerlo?
-          Ya he matado a tu amiga y no encontrare ningún problema en matar a tu novio.
El pánico regreso a mi cuerpo al recordar a Luis, y saber que lo había puesto en peligro al dejar que viniese conmigo.
-          no me harás nada.- Luis me rodeó la cintura y me atrajo hacia él con ademán protector, aunque yo sabía que de poco servía eso.
-          Eso ya lo veremos.
Saltó sobre nosotros como si fuese una gata. Con las manos hizo un cuenco donde apareció un líquido rosa. El líquido impactó en la cara de Luis y este comenzó a chillar. Miré su cara y vi que el líquido le estaba destruyendo las facciones. Como si fuese líquido corrosivo la sustancia rosa dejaba a su paso por su cara destrucción de su belleza.
-          Luis, Luis – se derrumbó y lo sostuve con mis brazos a su alrededor.- tranquilo- le susurré.
Lo recosté en el suelo y me erguí para ver a Lara, pero ya no estaba allí. Era como si se hubiese unido a la noche del mismo color que su vestido. Inspeccioné la zona pero no había ni rastro de ella ni de Lot. Me acerqué a Luis y observé que el algunas zonas el líquido había desaparecido dejando heridas y magulladuras visibles. Con la poca fuerza que me quedaba lo alcé en brazos y salí de allí. Pensé en buscar un lugar seguro pero no se me ocurrió ninguno así que lo llevé a mi casa. La casa estaba vacía. Mi hermana seguía en la fiesta y mis padres habían ido a casa de unos amigos a cenar.
Deje a Luis en el sofá y me apresuré a cerrar todas las puertas y ventanas de la casa. Aunque sabía que eso no les detendría. Todo aquello era una absurda locura, pero el miedo calaba mis huesos haciéndome saber que era real. Me senté en una silla de la cocina. Necesitaba respirar. Pude pensar con claridad una vez que mis pulmones se llenaron de aire. En el botiquín del baño encontré algodón, alcohol, yodo…  Luis se retorcía de dolor en el sofá, con un algodón mojado en alcohol le limpié el líquido de la cara.

Su cara ya no era la misma. Se había convertido en un ser como Lot. Grité, mis pulmones expulsaron todo el aire que me quedaba en el cuerpo dejándome inconsciente.

Un golpeteo me despertó. Con mucho cuidado abrí los ojos y comprobé que Luis ya no estaba en el sofá. El golpeteo seguía sonando a mi derecha. Me volví. Eran los pasos de Luis que andaba inquieto a mí alrededor con su nuevo rostro desfigurado. Ya no era el de siempre, su mirada se había vuelto fría y calculadora y la sonrisa se había borrado para siempre de su rostro.
-          lo siento Sara.- me dijo.
-          ¿qué sientes?
-          Lo que estoy apunto de hacer.- sus ojos se tornaron tristes u segundo.
-          No lo hagas.
-          Debo hacerlo, ella me obliga.
-          ¿Lara?
-          Es mi señora.
-          Rebélate Luis, por favor.
No quiso seguir escuchando, pues me cogió en brazos pese a mis protestas y me llevó a la habitación de mis padres. Al entrar allí pude ver a Lara vestida con mi ropa sentada sobre la cama. Era increíble lo  iguales que éramos. Llevaba puesto mis vaqueros ajustados negros y una camiseta gris oscura con escote de barco. Se había peinado los rizos negros en una cola y adornaba su cuello con un colgante del que pendía un frasco de cristal negro.
-          gracias por traerme a casa- dijo riéndose- nunca la habríamos encontrado sin tu ayuda.
Se levantó de la cama y se acercó a nosotros. Con su mano derecha acarició el frasco que pendía de su cuello.
-          ¿sabes que es esto?- al ver que no respondía siguió- no ¿verdad? Bien te lo diré, al fin y al cabo tienes derecho a saberlo. Cuando nosotras nacimos nuestros padres se asustaron mucho. En nuestra familia que haya gemelas es una mala señal.
-          ¿Qué quieres decir?
-          Las brujas de los bosques que tienen gemelas estarán malditas ellas y sus familias traerán la destrucción.- al ver mi cara sorprendida sonrió- la gente de las aldeas nos decían princesas oscuras.
-          Princesas oscuras- susurré.
-          Así es. Rafael tendría que haber sido tu padrino pero al ser dos decidió abandonarme.- algo parecido a la tristeza apareció en sus ojos- me llevó al río y me dejo a la deriva. Una bruja mucho más poderosa que nuestra madre me encontró y me crió. Fue –remarcó mucho la palabra- la única madre que tuve. Y él cuando lo supo la mató. Su destino era dejarme morir pero yo soy fuerte y salí adelante. He vuelto para haceros pagar por todo.

Luis nos miraba. Lara seguía acariciando el collar que pendía de su cuello.
-          aquí, mi querida hermana pasaras el resto de la eternidad.
Volvió a sacar el cuchillo pero para cuando fue a cortarme yo ya había salido de la habitación. No sabía que podía correr tan rápido. Bajé las escaleras a una velocidad record y entré en la cocina. Con una silla atasqué la puerta. Rebusqué en los cajones algo con lo que poder defenderme. Saqué un cuchillo para carne y lo introduje en el cinto que me sujetaba la falda.
Me llegó música del salón, música que quedaba perfecta para la ocasión pues era de película de miedo. La única manera de salir de allí era por la ventana de arriba del fregadero. Tendría que subir a la encimera. Rajé la parte baja de mi falda para poder moverme con agilidad y me quité los tacones. Me subí al fregadero y abrí la ventana. Impulsándome con el fregadero pasé mi pierna derecha a través de la ventana. Tomé aire y saqué todo el cuerpo. Sentí la hierba del jardín bajo mis pies desnudos fresca y suave. Me oculté detrás de uno de los matorrales para observar la casa. Un brazo muy fuerte me elevó y me sacó de mi escondite. Luis que estaba más encorvado me lanzó contra mi hermana que se encontraba en la entrada.
-          no lo intentes.
Abrió el frasco y me tocó la cara con la mano. El mundo dio vueltas a mí alrededor y pronto comencé a girar.  Un torbellino de nubes negras se formó a mí alrededor. Intenté agarrarme al suelo pero la hierba se soltó bajo mis manos. De pronto me vi rodeada por paredes de cristal negras y me golpeé con ellas. A través del cristal podía ver a Luis en mi jardín pero como si yo fuese del tamaño de su dedo. Entonces caí en la cuenta, me encontraba dentro del frasco de Lara. Chillé y aporreé las paredes con toda la fuerza que pude intentando salir de allí.

Todos mis esfuerzos eran en vano. Pronto me quedé muy quieta dentro de aquella cárcel de cristal.
-          yo te condeno a estar siempre presa en este frasco formado por todo mi odio.- susurró Lara al frasco.
Las lágrimas pronto llenaron el suelo del frasco empapándome entera. Estaba condenada a pasar lo que me quedaba de vida allí dentro. Solo la idea ya hacía que mi cabeza diese vueltas. Pero lo peor fue cuando Lara curó a Luis.
-          tranquilo, no te quedará marca.- juntó sus manos y las posó sobre la piel rugosa del chico. Una luz plateada apareció y ocultó su cara.
Para cuando mi hermana retiró sus manos Luis volvía a ser el de siempre, o incluso más hermoso. Él le dio las gracias y  luego… la besó. Sí. La besó. El dolor que me invadió fue enorme y agobiante. Sentí el impulso de volver a golpear aquellas paredes de cristal que me encerraban aunque sabía que no servirían de nada.

Estuvieron besándose hasta que dos horas más tarde llegó Claudia. Andaban zigzagueando a causa del alcohol. Lara le tenía preparado algo muy especial. Cuando ella se acostó en el sofá Lara entró por la puerta. Llevaba puesto el pijama favorito de Claudia elegido para la ocasión. Se cercó con cuidado a ella y empezó a cantarle al oído una canción de cuna que a la que mi hermana le tenía pánico. Claudia se revolvió en sueños al reconocer aquella canción y pronto abrió los ojos. Casi se cae del susto al ver a mi gemela, debió conocerla antes de que la abandonaran por que susurró.
-          Lara.
-          Exacto.
Antes de que mi hermana pudiese gritar le rajó los labios salpicando el sofá de sangre. Claudia emitió un ruido de dolor. Se revolvió y lo único que consiguió fue que Lara le rajase las palmas de las manos. Después de un rato de lucha Claudia cayó rendida con todo el cuerpo ensangrentado aunque todavía seguía viva. El suave ascender y descender de su pecho me daba esperanzas de que pudiese salir de allí y salvarse.
Lot apareció de la nada junto a Luis y ayudaron a mi hermana a mover el cuerpo inconsciente de Claudia. Le ataron hilos a las manos la cabeza y los pies y la sentaron sobre el sofá como si estuviese viendo la tele aburrida. Lot se subió a la estantería con todos los hilos en la mano y se sentó. Al cabo de media hora escuche el sonido de los tacones de mi madre. Tres personas entraron el la habitación, papá, mamá y el tío Víctor. En ese mismo instante supe que aquel era Rafael porque el cuerpo de Lara se tensó al verlo y adoptó una postura felina. Dejaron los abrigos en el perchero de la puerta y mamá se acercó al interruptor para encender la luz.
Tal fue el chillido que salió de su boca que las paredes del frasco vibraron. El cuerpo ensangrentado de Claudia empezó a moverse como si fuese un títere movido por los hilos que Lot sujetaba. Mis padres retrocedieron y Lara entró en escena.
Con andares de princesa se situó en el centro del salón sonriendo a sus padres.
-          me alegro mucho de volver a veros.
-          Lara- susurró Víctor
-          Así es Rafael. Y adivina qué. He venido a vengarme.
Luis entró por la puerta de la cocina y tumbó a los tres con un fuerte golpe. De pronto con un movimiento de las manos de mi hermana tres cuerdas aparecieron del techo apresando a mis padres y a mí tío. Los dejó colgando bocabajo mirando hacia el sofá donde se encontraba mi hermana.
-          lo primero- dijo como si representase una obra de teatro- os enseñaré lo que es ver como asesinan a la persona que más quieres.
Dicho eso degolló a Claudia con un corte limpió. La sangre volvió a brotar inundando todo el salón del líquido escarlata. Después se acercó a mis padres y les hizo cortes muy profundos en los brazos y en las piernas.
-          así moriréis juntos viéndoos el uno al otro hasta el último momento.
Me levanté del suelo de mi celda y empecé a aporrear las paredes con toda mi fuerza descargando fuertes golpes en el cristal.
-          mamá, papá- chillé, pero ellos no podían oírme.
Sus ojos se fueron cerrando y la sangre de su cuerpo empezó a gotear. Sus últimos segundos de vida se vieron manchados del dolor de ver morir a su hija y a su pareja. Pobres papá y mamá.
-          y a ti te espera lo mejor.- se dirigió hacia mi tío.- después de ver morir a toda tu familia, serás castigado. Es curioso todo aquello por lo que luchaste durante tantos años lo he destruido en una sola noche.
-          Eres peor de lo que imaginaba. Debería haberte matado cuando pude.
-          Es verdad, pero no lo hiciste y ahora pagarás por ello. He oído decir que el dolor más profundo es morir en la hoguera. ¿qué hacemos? ¿lo probamos?
Dio una vuelta teatral y salió de la casa. Tras ella salieron Lot y Luis que le prendieron fuego al salón con dos antorchas.
-          venga todavía nos queda una cosa por hacer.
Ya nada podía ser peor que aquello. Mientras nos alejábamos podía escuchar los alaridos del tío mientras ardía en las llamas. Ya no podía chillar más y tenía las piernas y los brazos doloridos de tanto aporrear el cristal. Caminaron y caminaron durante horas fuera de la ciudad. Pude ver como se hacía de día en Alicante y como volvía a oscurecer. Se dirigían a la costa. Al menos tres horas después de que anocheciera, llegamos a un acantilado junto al mar desde donde podía verse la ciudad a lo lejos, con su castillo iluminado.

Lara se acercó a Luis y lo besó en los labios mientras me depositaba en su mano. Cuando el beso terminó Luis miró sorprendido el frasco de su mano.

-          lánzala al mar.
-          Lara no crees que es demasiado.
Lara lo condujo hasta el acantilado donde lo abrazó. El cuerpo de Luis se desestabilizó cuando la daga perforó su estomago y caímos al mar.
Lo último que escuché antes de sumergirme en el océano para siempre fue.
-          no querido. No es demasiado.
Se ha abierto el plazo del concurso para las hitorias de terror, yo he presentado esta historia. Esper que guste y que me voten.


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