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Facebook: Marina García Gómez
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10 sept 2010

cap 2

La habitación olía a humedad. Sentía un dolor punzante en la cabeza. Mi boca sabía a sangre y no era capaz de abrir los ojos. Me llegaron ruidos de algún lugar detrás de mí. Eran pasos silenciosos sobre un suelo áspero y duro. Cada vez eran más próximos a mí. Intente moverme pero tenía pies y manos atados. Por la posición supe que estaba sentada en una silla, que impedía mi movimiento.

Sentí los pasos detrás de la silla y de pronto se detuvieron. Una mano fría me toco la cara. De pronto pude ver el sótano donde me encontraba. No podía ver porque llevaba una venda en los ojos. Una venda que aquella mano me había quitado. El sótano estaba vacío de muebles. Solo al otro lado de la habitación pude ver otra silla con una muchacha en ella. Su pelo rubio caía sobre sus hombros hasta sus atadas manos. Pude percibir que tenía varios cortes poco profundos en el cuello. La chica no llevaba los ojos vendados, así que pude ver que tenía los ojos verdes. Tendría la misma edad que yo. Vestía unos vaqueros cortos y una camiseta roja. Su mirada era fría vi el dolor en sus ojos y el miedo. Algo me distrajo. Un hombre apareció frente a mí. El hombre era muy alto y grande. Tenía el pelo castaño rizado y los ojos verdes. Los identifiqué como los del hombre que me había atacado en el baño. Supuse que sería él quién me había llevado allí y que sería su mano la que me había quitado la venda.
 - vaya, vaya.- parecía divertido.- nada más y nada menos que la princesita. Javier   estará orgulloso de mí. –se acercó a mí y acarició mis pómulos con su mano fría. La verdad que nada de lo que decía tenía sentido para mí. – has estado muy escondida todos estos años ¿eh? Te creíamos muerta.

-no se de que me estás hablando.- dije haciendo un esfuerzo por ignorar el dolor en mi cabeza. – yo no soy ninguna princesa.

-         si eso mismo dijo Laura cuando la encontramos- dijo señalando a la muchacha rubia – como si no pudiéramos rastrear vuestro poder. La verdad sabéis esconderos muy bien pero no lo suficiente. Ahora dime donde están las demás.
-         De verdad te juro que no se de que estás hablando
-         Ya bueno veo que yo no voy a conseguir nada. Prefería hacerlo yo pero Javier es muy impaciente. Con él seguro que hablaras.
-         ¿quién es Javier?
-         Tú lo sabes mejor que nadie. El ocupa tu trono.- y después de decir aquello se marchó de la habitación dejándonos solas a Laura y a mí.
-         ¿Isil?
-         Si – me sorprendió muchísimo que supiese mi nombre. Pero tal vez la conociese de algo. Ya que tenía la sensación de conocerla de toda la vida.
-         O Isil eres tú. Pensábamos… pensábamos que estabas muerta.- algo en el interior de sus ojos se encendió. Pareció una gota de esperanza y alegría. De pronto las lágrimas resbalaron por sus mejillas. – durante años la corte ha llorado tu muerte. Javier ha intentado darnos caza a todas desde aquella noche.
-         Lo siento pero creo que te estás confundiendo de persona no tengo ni idea de lo que me estas hablando. Si me llamo Isil, pero ni estoy muerta ni te he visto en mi vida, ni soy una princesa. – dije esto con convicción aunque la expresión de la muchacha me hiciese sentir como en casa. Pero yo sabía quién era. Sabía que me llamaba Isil Lostrud tenía dieciséis años e iba al British school. Sabía que mis padres y mi hermana eran personas normales y que no tenía nada que ver con la realeza. Si tal vez tuviese un apellido un poco extraño, pero era mi apellido y punto. – y además no debería estar aquí.- la chica hizo ademán de responder pero la puerta se abrió con un fuerte golpe. Un hombre de edad avanzada entró en el sótano. Me llamó la atención que también él tuviese los ojos verdes. Se pasó una mano por los cabellos blancos y soltó una risita. Detrás de él entro el primer hombre. Bueno más bien muchacho ya que tendría unos veinte años. El hombre que seguramente sería el famoso Javier se acercó a Laura y le soltó las ataduras de manos y pies. La agarró del brazo y la lanzó contra mí. La pobre muchacha cayó a los pies de la silla donde me encontraba. Sentí su agitada respiración sobre mis piernas desnudas. El hombre sin parar siquiera a mirarla se acercó a mí con aires de suficiencia.
-         Isil, princesa del Mar de los sidazes, gobernadora del Luipa sagrado. La princesita desaparecida el día de su nacimiento. Corrían rumores de que habías muerto la noche del golpe, pero veo que no es así. Tu padre se alegrara de saber que estas viva. Eso sí. No se alegrara tanto en saber que no ha podido ocultarte de mí. No ha sido fácil, encontrarte digo. Tu tía supo tapar tu rastro. –sentía que me mareaba. No entendía nada de lo que aquel hombre me decía. Todo me sonaba a chino. – pobre Lucía siempre luchando por su sobrina y mira por donde voy y la atrapo en una cafetería.- que mencionara el nombre de mi madre diciendo que era mi tía me desconcertó.- David trae la pócima sidaz. Creo que está muchacha nunca ha bebido agua de nuestro río.

  a la puerta pero Javier me cortó el paso.

-         ves. Yo tenía razón eres demasiado poderosa para ser una humana. Incluso demasiado poderosa para ser cualquier sidaz. – me agarró del brazo y me sentó de nuevo en la silla. Sabía perfectamente que con un solo movimiento podría derribarlo pero vi a través de la puerta abierta la silueta de dos hombres que iban armados. Me volvió a atar está vez con unas cuerdas mucho más resistentes.- creo que por hoy es suficiente, mañana hablaremos.- agarró a Laura del cuello antes de salir y la arrojó contra la pared contraria. Luego salió junto con David. Oí como cerraban la puerta con llave y como corrían varios pestillos.

Me sentía fuerte y poderosa, pero al mismo tiempo cansada y derrotada. Me recosté en la silla lo mejor que pude. Luego mire a Laura. Su cabello rubio estaba enmarañado y salía sangre de su boca y de algunos cortes en el cuello. Pude sentir el poder de la sangre que le manaba por el cuello. Sentí su fuerza y su magia a través de aquella sangre que le manchaba la camisa. Por un momento sentí que no era humana. Que ninguna de las dos lo éramos. Ella apoyo su espalda contra la pared y se irguió para poder mirarme a los ojos. Se sujetaba el brazo izquierdo con una mano como si lo tuviese roto. Estuvo un tiempo en silencio contemplándome desde el otro lado de la habitación. Cuando me cansé de todo aquel silencio hablé.

-         quiero saber que está pasando aquí. Que me está pasando a mí.
-         ¿no sabes quién eres?- preguntó. En su voz había compasión y cansancio.- supongo que si no te lo han contado ha sido para protegerte.
-         ¿quién soy?
-         Ja, ja- rió débilmente- eres Isil la princesa del Mar. La más poderosa sidaz que hay en la Tierra en estos momentos.
-         Sidaz ¿ni siquiera se que es eso?
-         Eres una guerrera Isil. Sidaz es la definición de brujo guerrero en la lengua materna del río. Proteges la paz en este planeta al igual que todos los de tu especie.
-         ¿especie? Yo solo soy una simple humana.
-         No. Te han criado como tal pero no lo eres. Veras para que lo entiendas voy a explicártelo como si fuera un cuento.

<< Cuando la especie humana comenzó a vivir en la Tierra un río sagrado se creó en las entrañas de esta misma. Un río subterráneo que tiene poderes insuperables. Solo hay un punto donde el río es semisubterráneo. Es en Escocia. Allí nacieron los primeros sidazes. Hay una cueva donde el río sale a la superficie. Unos hombres que pasaron allí el invierno bebieron su agua. Y la usaron para lavarse, cocinar… esos hombres con el paso de los años se hicieron más fuertes y más poderosos. Sus ojos cambiaron de marrones a verdes y se hicieron mucho más inteligentes que el resto. Puesto que eran más poderosos, hábiles y mágicos se les asigno la tarea de mantener el orden en la Tierra. Se les llamo los guardianes de la paz. Durante años los sidazes evitaron las guerras entre los diversos pueblos humanos. Pero los humanos cansados de aguantarlos los desterraron de sus tierras. Así se nos obligó a vivir en la clandestinidad, durante años y años vivimos escondidos en los sitios donde el río se acercaba a la superficie. Hasta que llegaron los hermanos Serileil. Tres hermanos y una hermana muy astutos y grandiosos. Los tres hermanos ocuparon el gobierno de los sidazes, se convirtieron en príncipes del Mar, Tierra y Cielo. Pero el que era príncipe del Cielo podía controlar tanto el Mar como la Tierra. Así que se convirtió en rey sobre los otros dos. Para que su puesto no quedase vacío, su hermano príncipe del Mar se convirtió en príncipe de Cielo y la hermana pequeña de los tres se la corono princesa de los mares.
El puesto de rey vale tanto como el de príncipe. Da igual que cargo tengas siempre gobernara el más poderoso de los cuatro. Los sidazes fueron creciendo poco a poco y se fueron dispersando cada uno a una de las cuatro cortes>>



Sonó como si aporreasen la puerta. Me puse unos pantalones corriendo y abrí. Me encontré a Silvia con una mano en la pared. Tenía los cabellos alborotados y la ropa sudada, aún así estaba tan hermosa como siempre. No me di cuenta de que estaba jadeando hasta que abrió la boca.
-         Isil
-         No me puedo creer que a estas alturas de la vida todavía no sepas mi nombre- dije fingiendo estar malhumorado- es Irusail ¿recuerdas?
-         No estúpido – dijo gritando- Isil ha desaparecido. La princesa.
-         ¿y eso que tiene que ver conmigo? Seguro que se ha ido por ahí de juerga. – dije. La princesa no era mi responsabilidad, nunca me había molestado siquiera en conocerla. La mayoría de la gente de la corte la creía muerta pero yo sabía de mano de Silvia que vivía sin saber la realidad. – además no se por que estás tan preocupada. Seguro que mañana está en su casa. Vamos Silvia relájate.
-         IRUSAIL. HAZME EL FAVOR DE CALLARTE.- esto último, seguro que lo habían escuchado hasta en China. Estaba con ella en el Vips y se fue al baño. No ha vuelto y cuando fui a buscarla su bolso estaba en el lavabo y había algo de sangre en el suelo. He llamado a su casa y allí no está. Por favor tenemos que encontrarla.
-         ¿tenemos? Perdona pero fue a ti a quién se te encargo la tarea de protegerla. No a mí. Tú eres medio humana medio sidaz tú te encargas de ser su guardiana no yo.
-         Por favor te lo pido. ¿acaso no quieres vengarte de tu abuelo? Seguro que es quién la tiene. Vi a David antes de que ella desapareciera en la cafetería. Este donde este estará con Javier.
-         Está bien. Iré.- no sabía bien por que lo hacía si por mi abuelo, por Silvia o por la princesa. Pero cogí mis armas y salí por la puerta.

Mientras íbamos en el coche imagine todo lo que le haría a mi abuelo cuando lo tuviese ante mis narices. Pero lo primero me dije a mi mismo era la princesa tenía que sacarla de allí  antes de que él pudiera tocarla. Mientras pensaba en todo ello Silvia rastreaba el poder de mi abuelo y eso nos llevo a un almacén a las afueras de la ciudad.



Laura tomó aire antes de proseguir. Era hermosa. Una chica de esas que llaman la atención, con su pelo rubio y sus ojos verdes. Era una chica muy dulce, una chica que en otras circunstancias me hubiese gustado tener como amiga.
-         antes de que sigas – dije mirando mis muñecas- podrías desatarme y así escapar.
-         No puedo – me miró a los ojos algo avergonzada- son esposas de sangre. De mi sangre- se apartó el pelo y dejo ver los cortes del cuello- las han hecho para que yo no pueda soltarte. La leyenda cuenta que solo la sangre de una de tus damas sería capaz de retenerte. Yo soy una de ellas. Yo no puedo tocarte y tú no puedes soltarte. Lo siento. Las empezaron a preparar en cuanto te trajeron anteayer.
-         ¿Qué es eso de una de mis damas?
-         Es algo que ya te explicare más adelante.- y se sumergió de nuevo en ele relato.

<<Con el tiempo el río ha perdido las facultades de convertir humanos en sidazes y así mismo de despojar a sidazes de sus poderes, convirtiéndolos así en humanos. Pero cada muchos años los príncipes nace la misma noche, y son tan poderosos que sus madres mueren en el parto. La sangre de los cuatro mezclada con el agua del río en su corazón (allí donde los sidazes nacieron) devuelve durante cien años ese poder al río. Ahí es donde nosotras entramos. –Sonrió débilmente- tu eres una de esas princesas tan poderosas. Hace dieciséis años todas las madres de los príncipes dieron a luz el 27 de Junio y murieron en ello. Pero lo que paso hace dieciséis años no fue solo eso. Todas la damas de la corte de la princesa nacieron aquella misma noche diez mujeres más murieron aquella noche. Yo soy una de ellas. Yo Isil, estoy destinada a estar en tu corte hasta que me muera. Solo yo o una de las otras nueve puede apresarte o retenerte. Por eso usaron mi sangre.
-         pero vivimos escondidas. O por lo menos eso ha dicho Javier.- estaba bastante sorprendida por lo que me había contado.
-         Si. La verdad es dolorosa y triste pero as de saberla.- suspiró y prosiguió.- veras Javier es uno de los sidazes más poderosos que ha habido jamás. Su madre la hermana pequeña de un rey que hubo. Ansiaba poder y cuando nacimos intentó secuestrarnos para arrebatarnos la sangre y gobernar el río con todo su poder. Dio algo parecido a un golpe de estado. Se proclamo rey y desde entonces nos escondemos de él. Todo el mundo le teme. Mato a sus dos hijas por que no estaban de acuerdo con él. Isil este hombre es muy peligroso. Necesitamos salir de aquí.
-         ¿cómo?
-         No lo se. Pero tiene se nos tiene que ocurrir algo.
-         Bueno yo ahora no me encuentro muy bien como para pensar.- la cabeza había comenzado a darme vueltas. Ya no veía muy clara a Laura. Solo veía su melena rubia.
-         Descansa princesa mañana será un día muy duro.- le hice caso. Cerré los ojos y deje que mi mente vagara.

Al principio estuve dándole vueltas a todo lo que me había sucedido. Pero luego recordé que estaba en el Vips con Silvia. Pobre Silvia- pensé- ojala no le hayan hecho nada. Luego mi mente más dormida evocó escenas con Marco. Aquella noche soñé con él.
No era un sueño realmente. Mi mente me traía escenas vividas junto a él. Cenas por nuestros ‘aniversarios’ –ya que realmente no éramos novios. Bueno si lo éramos, solo que yo no quería la palabra novio. Era demasiado formal para mí.- escenas en la piscina o en la playa. O escenas cuando me despertaba a su lado y él me estaba observando y acariciando la espalda ligeramente desnuda. Recordé mi primera vez. Fue con él. Ahí fue cuando me di cuenta de lo mucho que me gustaba. Ay Marco. No extrañaba, aquí en este sótano con esta historia a mis espaldas. Y yo quería estar con él. Era alguien muy agradable. Alguien con quién podía compartir buenos momentos. Pero… no le amaba. Eraextrañaba, aquí en este sótano con esta historia a mis espaldas. Y yo quería estar con él. Era alguien muy agradable. Alguien con quién podía compartir buenos momentos. Pero… no le amaba. Era algo que nunca me había sucedido con nadie.



La puerta estaba cerrada por dentro. Silvia intentaba inútilmente abrirla a empujones. Cuando me cansé de ver como se hacía daño saqué mi arma más pesada. No me gustaba usar las armas de fuego. Prefería las tradicionales, pero no tenía más remedio.
-         aparta- no se lo tuve que repetir dos veces. Silvia se movió a un lado y me dejo espacio. Dispare mi armar y la puerta cedió.
-         Vaya. Pensaba que los sidazes usabais otro tipo de armas. Armas blancas.
-         Hay que estar preparado para todo.- guardé el arma y entré en el almacén.

La suciedad era evidente. Estaba claro que mi abuelo y sus idiotas estabas de paso por allí. Oímos pasos al otro lado de una puerta. Esta estaba abierta, así que pudimos pasar sin ningún problema.
-         Irusail.- susurró Silvia.- allí están David y dos más.
-         Ok – mire donde me indicaba y los vi. No tuve que esperar su señal para avanzar. Sino que me abalancé sobre David y puse mi cuchillo en su cuello.- vaya vaya. Mira quién tenemos aquí.- dije mirando a mi primo.- si es mi primito favorito. ¿Qué? ahora te dedicas a secuestrar adolescentes. –  David intentó zafarse del cuchillo en su cuello. Vi como Silvia había dejado inconsciente a uno de los tipos y luchaba con el otro.
-         Irusail, suéltame o…
-         O ¿qué?
-         O te las veras conmigo.- la voz de nuestro abuelo nos sorprendió a los dos. Tanto que sin querer le di un golpe a David con el mango del cuchillo y este cayo al suelo.- ¿has venido a buscar a la princesa?- a Silvia también le sorprendió escuchar a Javier. El muchacho que forcejeaba con ella le clavó el cuchillo en el hombro. Antes de caer me miro, suplicando que acabase la tarea por la cual habíamos venido.
-         Abuelo.
-         Siempre fuiste mi nieto preferido. Pero saliste a tu madre. Eres tan cobarde como ella.- eso fue como una patada en el estomago. El mató a mi madre. A su propia hija por que no creía en lo mismo que él. Aparté a un lado el odio que sentía por ese ser asqueroso, y me concentré en rescatar a la princesa. Lancé una de mis dagas a su pierna donde se clavó. Chilló del dolor. Pero no cayó. Me acerqué a él y le aseste una patada en la espinilla. Luego lo tumbé y lo até deprisa con una soga que vi por allí.
-         Te equivocas mi madre no era cobarde y yo tampoco.

Dicho esto último me marché en busca de la muchacha. Encontré una puerta que daba a un sótano y la forcé. Bajé las escaleras corriendo. Dentro había dos chicas. Una rubia descomunal en el suelo tirada y una morena con la cabeza gacha atada a una silla. Me acerqué primero a la rubia que estaba tirada en el suelo. La zarandee hasta que despertó. Sus ojos somnolientos me inspeccionaron.
-         tú eres el nieto de Javier.
-         Si. He venido a sacaros de aquí.- dicho esto, la cogí del brazo y la ayude a incorporarse. Era una chica alta, con las piernas muy largas y un cuerpazo impresionante. Era realmente guapa, era la clase de chica con la que todo tío quiere algo.- ¿esa de ahí es la princesa?
-         Si. Pero está dormida. Hot bebió por primera vez agua del Luipa, estará agotada.

Me acerqué a la silla donde yacía la otra chica. Su cabeza estaba caída hacía delante y su largo pelo negro ocultaba su cara. Intenté desatar sus muñecas pero las cuerdas se removieron inquietas y empezaron arder contra mi piel.
-         esposas de sangre- murmuré
-         exacto. De mi sangre- la rubia cogió uno de mis cuchillos que llevaba en el cinturón y se hizo un pequeño corte en el cuello. Cuando se apartó el pelo pude comprobar que tenía muchas más marcas y heridas en el cuello. No quería ni pensar la cantidad de sangre que mi abuelo le había sacado. La sangre empezó a manar por la herida. Una sangre muy poderosa. Era una de las diez damas de la corte del Mar. Una de aquellas niñas que desaparecieron esa horrible noche. Por eso su sangre retenía a la princesa. La chic

 Se inclinó y dejó que su sangre cayese por las cuerdas que ataban a la morena. Las cuerdas se deshicieron cuando la chica susurró el nombre del río sagrado, dejando a la princesa libre. Le di instrucciones a la rubia para que me esperase fuera y vigilase mientras yo despertaba a la otra chica.


Sentí que una voz suave pronunciaba mi nombre. Algo tiraba de mí hacía la superficie de la realidad.
-         Isil. Isil.- la voz repitió mi nombre varias veces.- Isil por favor despierta.
No pude abrir los ojos el cansancio se apodero de mis parpados y los mantuvo bien cerrado sumiéndome en la inconsciencia de nuevo.


La chica no se despertaba así que levante su cara para que me oyese mejor. Me encontré con la cara más bonita que jamás hubiese visto. Si la rubia había sido descomunal esta era mayor todavía. Su cara era pequeña y blanca. Tenía una naricita pequeña al igual que los labios. Sus pómulos eran altos y redondos, que le daban un aspecto de muñeca de porcelana. Solo me faltaba ver sus ojos aunque pude imaginarme que eran igual de impresionantes. Las pecas rodeaban la parte inferior de sus parpados y su nariz. Era realmente hermosa.

Sostuve su cara muy cerca de la mía. Acerqué mi boca a sus oídos y pronuncie su nombre. Nunca había dicho el nombre de nadie con tanta dulzura. Sonó como un cántico. Suave y moderado, perfecto en todos los sentidos. Esta vez la chica abrió los ojos. Unos ojos verdes igual que el mar cuando está picado, rasgados y grandes como pocos. Podría haberme quedado toda una vida contemplando aquellos ojos, pero Isil dijo algo que no pude entender.


Mi nombre sonó de nuevo, esta vez más cerca. Como si alguien me susurrase al oído. Mis ojos obedecieron por primera vez y después de parpadear vi algo con lo que nunca había soñado. Un chico que no tendría más de dieciocho años sostenía mi cara en sus manos. La piel del chico era morena, como la de un campesino que trabaja al sol durante años. Su pelo negro hacía un fuerte contraste con sus ojos verdes. Aunque sus facciones eran duras y perfectas había dulzura en su cara. Con las pocas fuerzas que me quedaban solo pude decir…
-         hermoso



-Isil. Isil. Por favor no me hagas esto.- después de pronunciar aquella palabra volvió al estado de sopor de antes. Cayó rendida en mis brazos. La levanté con facilidad ya que era muy menuda y la acuné contra mi pecho para poder protegerla cuando saliese al exterior. Subí las escaleras con ella en brazos. Cuando llegué a la puerta la rubia me esperaba con el cuchillo en la mano.
    
     -vamos- dije. Y salimos corriendo por el pasillo en dirección a la salida.

Conseguimos llegar al coche sin cruzarnos con nadie. Ni siquiera vi a Silvia. La rubia (que se llamaba Laura) se sentó en el asiento trasero con la cabeza de Isil sobre las piernas. Arranqué el coche justo en el momento que vi salir a mi primo David corriendo del almacén. Aceleré y pronto le perdimos. Como no sabía donde debía llevar a la princesa conduje hasta mi casa, donde mi padre sabría que hacer. Cuando llegamos a la casa de campo vi a mi padre en la puerta del jardín hablando por teléfono. Cuando nos vio llegar se disculpo con la persona y colgó. Se acercó corriendo al coche.
-         Irusail, hijo. ¿Qué ha pasado?
-         Papá. Esta es la princesa y una de sus damas- dije señalando a las dos muchachas.- Javier las tenía secuestradas. Pero Silvia vino a verme y me pidió que la acompañase a liberarlas.
-         Si, ahora mismo hablaba con ella. Consiguió llegar a casa. Quería saber si vosotros también habíais llegado.
-         Luego la llamare.- dicho esto abrí la puerta trasera y cogí a Isil en brazos. Dejando que Laura pudiese salir del coche tranquilamente.- debemos contactar con sus padres.
-         De eso ya me encargare yo. Tú ahora acuéstala y cuida de ella.

Laura se acercó a Raúl y le tendió la mano- hola- dijo sonriendo- soy Laura. Y tú debes de ser Raúl- me sorprendió mucho que conociese el nombre de mi padre. Pero a mí también me había reconocido como nieto de Javier. Dejé a mi padre y a Laura hablando en el jardín. Entré en la casa con la princesa en brazos la sentía ligera y a la vez pesada. Su cuerpo era diminuto y por lo tanto físicamente no resultaba una gran carga, pero su poder hacía que me resultase la cosa más preciada del mundo. El cabello negro le caía por detrás de, mí brazo simulando una cortina de fina lluvia negra. Dormida parecía una bruja del bosque, -aquellos seres tan sumamente bellos, que con su belleza atraían a sus enemigos a sus emboscadas-. Abrí la puerta de mi habitación de una patada y entré en ella. Con cuidado aparté los cojines de la grande cama de matrimonio y la acosté en ella. Intentando no despertarla le quite las sandalias y deshice su coleta. Pronto al sentir que estaba sobre una cama la chica se movió. Su cuerpo se retorció hasta que encontró una posición en la que se sentía cómoda y se paró. No me dí cuenta de lo cansado que estaba hasta que la vi dormir placidamente. Me acerqué a mi sillón cogí un par de cojines del suelo y me acomodé. Pronto caía en sueño profundo.

1 comentario:

  1. tal y como te había dicho aki dejo comentario
    el secuetro pone los pelos de punta, te pones en la situación y te asustas. javier es algo antipático jajaj un saludo!!!

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